El precio de pasar el proceso para avanzar

Jorge Ortiz es graduado de Ingeniería de Sistemas y empezó como obrero reparando calles, hoy tiene a su cargo a 35 personas que brindan soporte a mil trabajadores.

Por: Juan Carlos Monzón-Oficina Asesora de Comunicaciones 

Sus inicios se remontan al año 2011, cuando un conocido lo ayudó a ingresar a la alcaldía de Chía. Para ese entonces, solo contaba con 18 años y recién había entrado a la UCundinamarca a estudiar Ingeniería de Sistemas de noche.  Tenía todo el ímpetu que la juventud, esa que impulsa al ser humano a medírsele a lo que sea en el mercado laboral. “Esta persona que trabajaba en bomberos, me recomendó para trabajar allí. Fue así, como primero estuve en la oficina de emergencias, pero duré poco, y después me pasaron a obrero a manejar retroexcavadora y echar pico y pala en mantenimiento y reconstrucción de vías”, comenta con gran orgullo.  

De sol a sol salía con su uniforme y sus compañeros de cuadrilla a recorrer el municipio. Así duró un buen tiempo hasta que un día hubo en la alcaldía un proceso de transición en la modalidad de pago de impuestos. “Se requería migrar toda esa información que estaba en unas tarjetas a un Excel, para más tarde pasar eso a una plataforma. Recuerdo como si afuera ayer que necesitaban alguien que digitara eso. Entonces, ellos sabían que yo estaba estudiando sistemas, me dijeron que si me le media. Yo de una dije que sí. Terminé la tarea, me fue bien y fue cuando me pasaron a la oficina en obras públicas, que era mejor que estar en la calle”. 

Después llegó la implementación del Sistemas Electrónico de Contratación Pública (SECOP). Y es que, en la mayor parte de las circunstancias de la vida, las casualidades ocurren como consecuencia de un esfuerzo y un aprendizaje, en el caso de Jorge Iván, no fue la excepción. Sus jefes pronto observaron su disciplina. “Me llamaron porque había hecho las cosas con responsabilidad y sabían que estaba en la universidad estudiando ingeniería de sistemas. Por eso me encargaron que liderara ese proceso y lo hice sin mayores inconvenientes”. 

Y gracias a la formación que recibió del programa que habla de formar profesionales competentes con liderazgo en el desarrollo de software y problemas informáticos, Jorge Iván se fue haciendo un nombre. “2016 me asignaron para ser jefe de la oficina asesora de tecnologías de la información y las comunicaciones. Éramos solo seis profesionales y hoy tengo 35 personas mi cargo. Desde acá manejamos cuatro áreas que son: desarrollo, investigación, redes y telecomunicaciones, soporte y mantenimiento y administrativo. Con ese equipo le damos soporte técnico a los computadores y redes de mil servidores públicos de la alcaldía y se les brinda conexión e internet a los colegios estatales”. 

Hoy sus logros son un referente a nivel departamental y los comenta con orgullo, pues es un hombre inquieto y obsesivo con el tema de las ciudades inteligentes o smart cities – uso de tecnologías para crear servicios a los ciudadanos- por su nombre en inglés. “Hemos implementado redes de telecomunicaciones propias, eso no pasaba antes. Hacia atrás, las alcaldías no se atrevían a lanzar sus infraestructuras de red. En ese orden de ideas, creamos todo un sistema de videovigilancia, respaldado por una aplicación llamada Chiapp en donde la persona puede reportar cualquier situación de inseguridad para que la policía actúe de inmediato. También ideamos dos herramientas en pandemia con el objetivo de mejorar el proceso de turnos de vacunación y otro destinado a la entrega de mercados, entre muchos servicios más que hemos diseñado orientados a la comunidad”. 

Todo ese trabajo le valió un reconocimiento por parte de Colombia Líder, una entidad que, desde la sociedad civil y el sector privado, evalúa y visibiliza los líderes locales y regionales que aportan en sus comunidades y las regiones. “Allí se interesaron por lo que hemos hecho desde la alcaldía y eso nos ha servido para que otros municipios nos llamen interesados en replicar nuestras experiencias”. 

Hoy, del joven que alguna vez recorrió las vías de Chía con una cuadrilla de obreros, vestido con su uniforme azul, casco y botas de punta de acero, ya no queda nada, pues es un convencido de que la UCundinamarca, le transformó su vida. “La universidad me aportó los conocimientos para llegar a dirigir este equipo de trabajo con propiedad, lo cual me ha ayudado a mantenerme todo este tiempo bajo un contrato de libre remoción y nombramiento sin ningún problema” comenta es hombre que ya ronda los 43 años y es padre y esposo. 

Si deseas conocer la aplicación Chiapp que desarrolló nuestro graduado y su equipo de trabajo y que fue reseñada en Noticias Caracol, haz clic aquí.