“Hacemos poco por revertir el cambio climático”
Así se expresa Daniela Porras, ingeniera ambiental, quien creó una fundación que busca cambiar dicha situación que ha puesto en riesgo a la humanidad.
Esta joven graduada en el 2019 en la seccional Girardot y que fue formada con altos niveles de competencias académicas e investigativas, compromiso social y profesional, vio cómo la quebrada Inali que pasa por once veredas de Melgar y Carmen de Apicalá iba poco a poco convirtiéndose en una cloaca. “Fue cuando con mi madre y mi hermana, dijimos: tenemos que hacer algo para evitar que se agrave esta realidad. Para esa época, este cuerpo de agua tenía un nivel alto de contaminación por procesos antrópicos, que quiere decir, que son producidos por el hombre. Se presentaba una sedimentación, como consecuencia de la existencia de una cantera, vertimiento de aguas negras y deforestación, entre otros problemas. En el marco de esa realidad, exigimos unos estudios hidrológicos por parte de la CAR, la cual ya los está haciendo. Por todo eso, creamos la Fundación Awen”.
Y es desde allí, y gracias a la UCundinamarca que la educó para que además de alcanzar su desarrollo personal, se convierta en un agente transformador que le aporte de manera significativa a su entorno, a la sociedad y a la naturaleza, que esta mujer empezó de la nada a cambiar la situación. “Iniciamos haciendo charlas con la comunidad sobre la importancia de la conservación de la quebrada. También les enseñamos el tema de huertos caseros en donde les hemos hecho hincapié en sembrar en las riberas de esta quebrada, plantas que tienen menos tiempo para cosechar que otras, como los frutales, con lo cual se impacta con menor fuerza este ecosistema. Además, les hemos dicho sobre la importancia de no verter las aguas negras a la quebrada. En estos trabajos, hemos tenido una buena aceptación”.
Pero ahí no termina esta interesante labor. “Nos hemos también abierto a otras realidades ambientales como la del río Sumapaz. Creamos una campaña que se llama, apadrina un árbol, en donde la gente paga 70 mil pesos y va y siembra uno, o los que desee en las riberas de este río o sus afluentes y nacederos. Del mismo modo, si no desea venir, lo hacemos nosotros, quienes nos encargamos de su cuidado durante dos años, ya que los georeferenciamos, los marcamos y les vamos mostrando como va creciendo”.
Los resultados son prometedores. “Iniciamos esta campaña social hace cuatro meses. Ya llevamos 1200 árboles y queremos que, a la vuelta de cinco años, haber plantado por lo menos 10 mil. Con eso dejo huella en mi gente”.
A lo anterior, Daniela le suma una serie de conferencias sobre el cuidado de los ecosistemas impactando a las comunidades de Melgar, Icononzo y Carmen de Apicalá. “Hago charlas con la ayuda de la CAR en donde les explico a niños y adultos que viven en inmediaciones del rio Sumapaz, sobre la importancia de la conservación del medio ambiente y cómo, con acciones pequeñas, podemos transformar la realidad del calentamiento global”.
Por eso, hoy más que nunca, cobran especial relevancia las palabras del rector, doctor Adriano Muñoz barrera cuando habla que la universidad busca un sujeto que además de alcanzar su desarrollo personal, se convierta en un agente transformador que le aporte de manera significativa a su entorno, a la sociedad y a la naturaleza, tal y como lo reafirma esta graduada. “A la UCundinamarca le agradezco que me enseñó el amor por el territorio y a analizar las necesidades del mismo, para buscar soluciones. No todo en la vida es dinero, y esto lo hago por pasión hacia mi carrera y un medio ambiente que ya no aguanta tanto discurso bonito, ¡pero pocas acciones!”.
Si deseas conocer y hacer parte como voluntario de la fundación que lidera nuestra graduada, haz clic aquí.