El graduado que ha pitado en un mundial de baloncesto
Se llama Carlos Dueñas, estudió licenciatura en Educación Física y participó en importantes torneos. Su mayor orgullo trabajar con honestidad e integridad.
Por: Juan Carlos Monzón - Oficina Asesora de Comunicaciones
Él nunca olvida, que siendo niño, su padre lo llevaba a los partidos de baloncesto que pitaba en distintos torneos que se desarrollaban en el país. De su mano, se sentaba en la gradería, mientras contemplaba cómo su padre, con el pito en la boca, impartía justicia sobre el maderamen. “Quizás fue eso lo que me influenció para también seguir sus pasos” comenta con orgullo Carlos Dueñas.
Y sí, siendo un menor de edad se puso a leer el reglamento y a aprender las indicaciones que su padre la daba. Pronto fue ganado prestigio. “Con doce años arbitré en Medellín mi primer torneo, y a los trece, con mi padre, pité el primer campeonato en Medellín y a los 16 me convertí en el árbitro más joven de Colombia en estar en una competición nacional”.
Así, precoz, empezó una disciplinada carrera en este deporte que tiene alrededor del mundo 825 millones de seguidores que vibran con las jugadas de esos hombres de más de dos metros en la NBA o la Euroliga cautivan con su entrega. “A los veintitrés di el salto a nivel profesional y a los veintisiete obtuve mi licencia internacional” comenta de manera desapercibida.
Con esos logros, lo empezaron a tener en cuenta para torneos internacionales, tanto así, que su padre, un hombre que hoy ronda los 74 años le decía que el alumno superó al maestro. “Entonces empecé a ir a juegos centroamericanos, a panamericanos y fui a Europa invitado por la FIBA a un campeonato en Estonia en donde arbitré el tercer y cuarto puesto. Pero lo que más orgullo.me dio, fue estar en un campeonato mundial en Nueva Zelanda en donde pité la semifinal sub 20.”
Pero no hay felicidad completa. En un país en donde el deporte a veces se maneja con intereses oscuros, pronto, el atreverse a opinar sobre ciertos manejos, le pasó factura. “Me gusta que la gente se gane las cosas por méritos, no por palanca. Hice algunas críticas al respecto y hasta ahí llegó mi carrera, me faltaban olímpicos y campeonato mundial de mayores y no pude ascender más”.
Pero los principios que le inculcaron en casa y en la UCundinamarca, institución que forma para la vida y los valores, pesaron más y este hombre no se doblegó y se reinventó. “Ahora continuo con mi trabajo como docente en el colegio departamental Tibaitatá en Madrid, soy presidente de la Asociación de Árbitros Nacionales y estoy estructurando un proyecto para que el baloncesto universitario tome fuerza a través de un campeonato que deseo organizar”.
Así es este hombre honesto, que tiene cuatro hijos, de los cuales, el mayor, Carlos Javier, recorre sus pasos y con quien ya han compartido el escenario deportivo impartiendo justicia como él lo hizo acompañando a su padre hace más de treinta años, porque como dice el refrán: de tal palo…