UCundinamarca Radio
“Tengo que ser optimista”: Dayana Aranda
A pesar de tener una enfermedad degenerativa, esta estudiante brillante que está a la espera de su grado tiene una visión de la vida que genera reflexión.
La ataxia de Friedreich es una enfermedad hereditaria que daña el sistema nervioso. Afecta la médula espinal y los nervios que controlan los movimientos de los músculos de los brazos y las piernas. Así dice un libro de patología médica que resume entres renglones la dolencia que tiene Dayana Aranda Penagos, estudiante de Tecnología en Desarrollo de Software de Soacha. Nos obstante, es una optimista ante la vida. “Tengo que serlo, por mí y por mi familia, aunque algunas veces se me ha bajado el ánimo, ya que esta enfermedad es progresiva y va debilitándome con el correr de los años sin afectarme el cerebro. Por eso sigo un tratamiento para que su evolución sea lenta y el cual acompaño con ejercicios de fisioterapias”.
Y que cerebro el que tiene, ya que obtuvo un promedio en toda la carrera de 4,6 y está a un mes de graduarse. “Siempre he sido una persona que le gusta estudiar y en ese proceso mi hermano mayor me ha ayudado mucho”.
Escogió la UCundinamarca para estudiar por dos razones: la primera, porque le quedaba cerca a su casa y la segunda por los docentes que tenía. “Fue una buena elección porque yo vivo en Bosa y había además me habían comentado del buen nivel académico y por eso me inscribí y no me arrepiento de eso”.
Así, empezó en su silla de ruedas a ir a clases de lunes a viernes. “Antes usaba bastón, pero después de un tiempo, me tocó usar la silla de ruedas, pues perdí la movilidad de las piernas a los dieciocho años. Fue una situación compleja por eso para ir hasta la universidad, me tocaba en Uber y mis compañeros me ayudaban a desplazarme”.
Hoy agradece a la universidad la formación que recibió como una persona transhumana, para la vida, los valores democráticos, la civilidad y la libertad lo que le permitió realizar un trabajo de grado enfocado en la discapacidad. “Me gustó mucho esa experiencia y tuve el apoyo de mis profesores todo el tiempo para desarrollar una aplicación para enseñar matemáticas y español a niños con problemas auditivos a través de la lúdica”.
Sobre su futuro, esta joven de 21 años y hablar pausado y con un tono lleno de ternura e inocencia afirma que “me gustaría crear un emprendimiento que dé soluciones de software a las empresas o trabajar en una compañía en el área de sistemas. Sé de muchas que, por aceptar una persona en condición de discapacidad, el gobierno las apoya con menos impuestos”.
Así es esta joven quien el próximo 14 de septiembre, estará vestida de toga y birrete para recibir su título y quien tiene una máxima grabada en su mente que nos recuerda que la vida es un ratico, como dice la canción de Juanes. “Tengo que aprovechar el tiempo y las oportunidades, ya que mientras haya vida, hay esperanza” concluye.