Cantante y profesor de Música de la UCundinamarca

Por: Harvey Rodríguez

Oficina Asesora de Comunicaciones UCundinamarca

Poner en contacto a los nuevos músicos con la música tradicional colombiana ha sido posible gracias a toda una vida de experiencia y el aporte de grandes maestros.

William Ortiz Rivera, a sus 54 años de edad y publicista de profesión, cuenta con un recorrido artístico y musical de más de 40 años. Gracias a su voz e interpretación, ha hecho parte de reconocidas orquestas como Los 8 de Colombia, Grupo Clase, Makoré, La Gran Inspiración, Grupo Ruedas y Los Tupamaros, agrupación a la que pertenece desde hace cinco años. Como todo apasionado artista, no guarda su talento, sino que lo transmite a las nuevas generaciones, por lo cual se dedica también a la docencia universitaria en la UCundinamarca en el programa de Música de la extensión Zipaquirá.

Aunque es un artista empírico, su talento, experiencia y facilidad de impartir conocimiento le han permitido hacer parte del mundo artístico y a la vez del sector educativo, ganándose con su carisma el aprecio de sus colegas y de sus estudiantes en los dos escenarios.

El docente Ortiz aconseja a sus alumnos aprovechar al máximo las oportunidades y, en especial, la de pertenecer a un programa de Música como el de la UCundinamarca, el cual tiene profesores de calidad, quienes orientan a los futuros profesionales y artistas para que lleven siempre la música a lo más alto, como lo han hecho otros músicos y agrupaciones de diferentes géneros musicales en Colombia. Para contribuir con este consejo, saca provecho de cada una de las herramientas virtuales y de las tecnologías de la información y la comunicación que la Universidad tiene actualmente a disposición, lo que le ha permitido continuar con sus clases de manera efectiva, evitando que el confinamiento obligatorio interfiera en la formación de sus estudiantes.

Para él, contar con la formación académica en el arte musical es muy importante pues considera que desarrollar las habilidades y competencias de manera integral y con la orientación de personas experimentadas es un gran aporte para formar excelentes artistas, aunque reconoce que muchos nacen con la música en las venas y en el corazón; tal vez lo dice por su experiencia, puesto que su vida ha transcurrido en las tarimas, al lado de reconocidos artistas nacionales e internacionales que, sin duda, han dejado una huella imborrable en la vida de varias generaciones en todo el mundo.

Willy Ortiz, conocido en el medio artístico como “la garantía”, nos narra sus experiencias más importantes en el ámbito musical en el siguiente relato:

“Sé que hablar de más de tres décadas y media de carrera artística representa un largo recorrido, y sí, así es, inicié en el departamento de Caldas, como la mayoría de los artistas: desde cero, con una atracción por la música que me atrevería a decir que corre por mis venas desde muy niño, y que tal vez fue heredada gracias a un padre oriundo de Marmato, pero de raíces del Pacífico colombiano y una madre boyacense, que me permitieron desde muy corta edad cantar en los bazares de barrio, inauguraciones de locales comerciales, eventos parroquiales y demás escenarios populares a los que me invitaban para que amenizara con mi canto. Allí empecé a entender que esa era la carrera que me gustaba y quería seguir.

A los 16 años inicié el acompañamiento de orquestas interpretando canciones de música tropical. La primera orquesta a la que pertenecí fue el Grupo Ruedas, de Bogotá, en el cual conocí a Lucho Moyano quien es un artista que admiro mucho y que hoy en día es el cantante de Fruko y sus Tesos; luego hice parte de la orquesta La Gran Inspiración con la que tuve la oportunidad de acompañar en tarima como corista a Rodolfo Aicardi en un concierto que se realizó en el interior del país, desde ese momento empecé a relacionarme con músicos de trayectoria profesional, logrando a partir de ahí la experiencia adquirida hasta el momento, y creciendo poco a poco como persona y como artista.

En este recorrido hay momentos que marcan la memoria y le permiten a uno revivir sentimientos. Uno de ellos fue participar en la novela de Celia Cruz con el papel del gran cantante y bolerista, al igual que el haber logrado cumplir un sueño que tuve de muy joven: subir a cantar con El Gran Combo de Puerto Rico en alguna oportunidad, pues a ellos los he admirado toda la vida; o haber participado como corista para artistas como Eddie Santiago, Iván y sus Bam Band, Maelo Ruiz, Gabino Pampini y Viti Ruiz, entre otros grandes cantantes. Por supuesto, también están en mi memoria siempre las orquestas a las que he pertenecido, de las cuales nombro aquellas con las que inicié, pero también me permitieron aportar y aprender: orquestas como Los 8 de Colombia, Grupo Clase, Makoré y Los Tupamaros, a la cual pertenezco actualmente.

Tanto tiempo en cualquier labor y especialmente en el medio musical se presta para que en ocasiones las personas sean más conocidas por su sobrenombre o nombre artístico, en mi caso me conocen más como “la garantía” que como Willy Ortiz, debido a que hace ya un tiempo el maestro Memo Barrero, director actual de la orquesta de Wilfrido Vargas, aquí en Colombia, dirigía a Los Tupamaros; en aquella época yo iba como reemplazo de los cantantes y sin pertenecer a la orquesta ya me sabía todo el repertorio de ellos, pues años atrás ya lo venía escuchando, y el maestro decía que yo era una garantía porque ellos podían interpretar cualquier canción con la seguridad de que yo la sabía porque ya la había ensayado en mi casa.

Estos episodios vividos en el pasado son precisamente una ‘garantía’ en la actualidad porque creo que este contacto que algunos hemos tenido de cerca con la música tradicional, como en mi caso la tropical bailable y los boleros, principalmente, es fundamental para aportarles a los artistas que se encuentran en formación, ya que muchos por su edad y por motivo de los cambios de la música actual no han tenido mayor relación con este tipo de géneros, lo que reclama un trabajo arduo para lograr una formación completa y correcta, adicionando una conservación de la música que por tradición suena desde hace décadas en cada rincón de Colombia ya sea en las fiestas de fin de año, en las ferias y fiestas de cada municipio, o en las celebraciones populares y familiares.

Por eso a mis 54 años siento una satisfacción enorme de contribuir y trabajar junto con excelentes maestros en la formación de los estudiantes de la UCundinamarca, logrando que las nuevas generaciones de artistas se devuelvan en el tiempo para conocer los intérpretes de aquella música que ha hecho grande al país en el extranjero, y así lograr entender y aplicar esas características que encierra un género, en especial cuando era interpretado por sus representantes, y trabajar en desarrollar esa forma en que ellos hacían el lenguaje de un ritmo musical. Un ejemplo claro es la cumbia, orgullo de Colombia: es importante entender cuál es el lenguaje, cuáles son los grandes exponentes, escucharlos muy bien, desglosar la música para entenderla mejor y al momento de interpretarla hacer más factible el desarrollarla de la manera correcta”.