La cuidadosa decisión que deben tomar los rectores frente a las protestas
¿Debe la Universidad expresar su posición pública frente al llamado paro nacional y las marchas que se anuncian al respecto?. Esta es la pregunta que ronda la cabeza de rectores y consejos directivos y académicos en estos días, luego de las extensas solicitudes de estudiantes y recién aparecidos colectivos universitarios en algunas universidades que, en cartas o por redes sociales, “demandan” a sus rectores apoyar el paro y solidarizarse con la causa de la protesta.
La mayoría de universidades han optado por el tradicional actuar de guardar silencio, bajo el supuesto de que una cosa es la opinión de algunos (así estos sean mayoritarios) directivos, docentes y estudiantes, y otra la de la institución, como una entidad histórica y patrimonial que debe preservar el respeto a la diferencia, el diálogo y, en el fondo, la prudencia de pensar que si toma una posición puede caer en un error de que la historia y los hechos se lo puedan “cobrar”.
Además, consideran quienes defienden una actitud silente de la Universidad, que una cosa es trabajar en torno del conocimiento y la verdad, que les son propios a la esencia universitaria, y otra convertirse en actor protagónico de un hecho socio político, que afecta el orden público. La Universidad es pensamiento y reflexión, y no actuación.
Pero los críticos de la universidad silenciosa consideran que ésta es miedosa y no está respondiendo a su responsabilidad histórica.
No obstante este pensamiento ha marcado la costumbre en el sector, y concretamente a sus directivos frente a los muy diversos hechos de orden público (pues son los estudiantes y los profesores los que, en su libertad, deciden actuar en estos casos), la extensión del paro y sus muchos impactos sociales y culturales, han derivado en tensiones, sensibilidades y anhelo de una expresión pública, que están obligando a las universidades a expresarse de forma institucional.
Las que han roto el silencio, han tomado dos posturas:
Por un lado, rechazar todo acto de violencia y solidarizarse con desafortunadas situaciones de orden público, vulnerabilidades y problemas sociales, invitando a que, en su ejercicio académico, las aulas sean escenarios de debates argumentados y propositivos y, por otro lado, algunas universidades que comienzan a dar vía libre a sus estudiantes para que participen en las marchas e, inclusive, por primera vez, ofrecerles apoyo en caso de que, como producto de las protestas, tengan problemas.
Universidades como La Sabana han decidido invitar a la reflexión sobre los temas que vive el país en sus aulas, ICESI -en Cali- pide continuar con actividades, la Nacional de Colombia llama a tener una actitud crítica, la UPB llama a la reflexión, la Universidad de América pide reprogramar actividades, la Universidad El Bosque reflexiona sobre el derecho a la educación, y la Universidad de San Buenaventura invita a continuar actividades, aunque con flexibilidad, mientras que universidades como El Externado, El Rosario han decidido ir más allá.
Tras la andanada que en redes sociales se dio contra El Externado por, aparentemente, priorizar la posesión del nuevo rector y no solidarizarse con sus estudiantes y la protesta social, pocas horas después de asumir, Hernando Parra Nieto expidió un comunicado en el que, con el Consejo Directivo, deciden ser flexibles con las actividades académicas durante toda la semana, no hacer exámenes, evaluaciones ni entregas de trabajo, y permitir a los estudiantes que deseen participar en las marchas sin obstáculo alguno e, inclusive, prestar “apoyo y asistencia institucional y jurídica a aquellos miembros de la comunidad que, en ocasión de su participación en las marchas o protestas, pudieran necesitarla”.
José Alejandro Cheyne, rector de la tradicional Universidad del Rosario, decidió, por su parte, dar respaldo institucional a las personas interesadas en asistir a las marchas, también flexibilizar las actividades académicas, y permitir que las sedes físicas de la Institución alberguen a sus miembros “ante cualquier novedad en las marchas”.
La Universidad de Los Andes, por su parte, ha enfrentado cuestionamientos por las opiniones de algunos de sus estudiantes frente al paro, a favor y en contra. Ha emitido un comunicado en el que enfáticamente rechaza la violencia, y da flexibilidad académica a sus estudiantes. Vale recordar que su rector, Alejandro Gaviria, consciente o inconscientemente, es un actor político por su pasado en el Ejecutivo y por la posibilidad de que sea candidato presidencial. Además, en las protestas del año pasado abrió escenarios de apoyo y bienestar para quienes requirieran pasar la noche cuando se decretó toque de queda.
Una posición intermedia: Reflexión y flexibilidad académica, ha sido la de Unimagdalena, y Areandina decidió continuar pero dando permisos a los que los solicitaran. Por su parte, la UNAD considera que por su modalidad (virtual) puede continuar sus actividades.
Otras universidades comienzan a enfrentar las decisiones de sus comunidades, como la de Antioquia, cuyos profesores están en asamblea permanente y la de Córdoba, donde los estudiantes decidieron entrar a paro indefinido.
Ricardo Giraldo Gómez, rector de la Universidad Autónoma de Colombia, designado por Mineducación, entregó una reflexión en la que cuestiona el establecimiento.
Claramente, cualquiera sea la posición de las IES, éstas tendrán una lectura política taanto en el sector como por parte de sus propios estudiantes y profesores. Las interpretaciones son diversas: ¿Callar o apoyar significa una apología a situaciones conflictivas?, ¿rechazar es asumir una posición pro-gobierno?…. son muchas las preguntas y cualquiera sea el escenario adoptado, la Universidad no debe alejarse de su rol formativo, y enseñar que la responsabilidad significa asumir las consecuencias de los actos.
Eso implica, cualquiera sea la decisión, enfrentar los cuestionamientos internos y las diferencias de opinión con otros directivos, profesores y estudiantes.