Graduado emprendió en el mundo de los drones
Se llama Diego Escobar, es ingeniero electrónico de la sede de Fusagasugá y hoy ofrece este servicio que se transforma diariamente a gran velocidad.
Por: Juan Carlos Monzón-Oficina Asesora de Comunicaciones
Su pasión por la aviación fue el que lo terminó llevando por este camino que, en la actualidad, marca la parada a nivel mundial, ya que esta herramienta es usada desde la industria militar, hasta en eventos en donde cientos de estos aparatos, forman figuras en el cielo nocturno, entreteniendo al público. “De niño siempre quise ser piloto, ya cuando terminé el bachillerato, me decidí por estudiar en la UCundinamarca ingeniería electrónica, pero siempre me gustaba todo lo que implicara volar”.
Una vez graduado, le salió un trabajo en Bogotá con varias multinacionales. Corría el año 2016. “Laboré en Claro, Global Hits y Huawei y me iba muy bien”.
Pero hace dos años, se fue a vivir a Medellín, ya que su cargo le permitía desempeñarse de manera remota. Allí conoció a Abraham Andrey Casas, quien era fotógrafo, videógrafo y volaba drones. “Con él tomé un curso de drones a través de la escuela Adahcol y ahí descubrí este mundo fantástico con el cual quedé fascinado. En mi capacitación tuve que ver meteorología, aerodinámica, comunicaciones, navegación y derecho aéreo. Fueron noventa horas de teoría y veinte de práctica. Así obtuve mi licencia”.
Y es que en la actualidad hay alrededor de dos mil drones que vuelan los cielos de Colombia, y se espera que para el 2028 haya 23.330, según la Aeronáutica Civil. Todo un crecimiento exponencial de dicho mercado que hoy se ve, por ejemplo, en la agricultura para procesos de fumigación y en la topografía enn el diseño de planos. Este panorama positivo fue el que lo impulsó a fundar su empresa. “Compré un dron que me costó seis millones y medio de pesos y hace ocho meses, fundé DGO Drones. Con este recurso, hoy brindo servicios de fotogrametría, fotografía y video, inspección de infraestructura crítica, grabación de eventos deportivos y ahora soy instructor, entre otros aspectos”.
Le ha ido bien, pues su promesa de valor consiste en brindar un servicio de alta calidad, tal y como le enseñó su mentor, el docente Abraham Andrey y como le fue inculcado en la UCundinamarca. “Con el dron DJI que compré, puedo ganar por un trabajo de una tarde, entre seis cientos mil y un millón de pesos. Todo eso depende de las condiciones que requiera el cliente, en donde juegan un papel importante la calidad de la imagen, el tipo de maniobras que se van a hacer y si después se requiere editarlas”.
Su estrategia de mercadeo ha estado basada en el voz a voz y en el manejo de redes sociales desde Fusagasugá, lugar en el cual vive ahora. “Estoy en Instagram, Facebook, Youtube y Tik Tok y tengo un portafolio de servicios. A través de esos medios, doy a conocer mi trabajo. Es que el éxito del negocio radica en que a uno le apasione y esté en constante capacitación para dar lo mejor de sí a los clientes. Hoy recuerdo que mi primer trabajo fue hacer una grabación de un terreno en el municipio de Guatapé, cercano a la piedra de El Peñol. A partir de ahí, se me han ido dando las cosas”.
Así es Diego Escobar, quien fue formado como una persona transhumana, para la vida, los valores democráticos, la civilidad y la libertad, como dice el Modelo Educativo Digital Transmoderno de la universidad y quien es especialista en inteligencia artificial, machine learning y analítica de datos, lo que le da toda la autoridad para hablar sobre lo que se viene en este sector y hacia donde apunta con este emprendimiento. “Hay una parte de la evolución tecnológica de los drones en donde se viene el envío y la recepción de mercancías de manera autónoma. También hay temas de inspección de infraestructuras y seguridad. Toda esa realidad me anima a que debo apuntarle a mercados más grandes, con mayor demanda y para lograr eso, deseo tener toda una flota de drones con sus respectivos operadores”.
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