Graduada crea empresa de lácteos de cabra
Natalia Wilches es zootecnista de la sede Fusagasugá, y fundó su empresa en Arbeláez a partir de una necesidad de salud de su hija recién nacida.
Por Juan Carlos Monzón Solórzano - Oficina Asesora de Comunicaciones
Un emprendimiento nace en las circunstancias menos esperadas, pero en manos de personas que saben identificar las oportunidades y “hacer que las cosas pasen” como la historia que nos cuenta Natalia.
Y es que cuando empezó a darle leche de tarro a la bebé, Natalia notó que esta le sentaba mal, ya que le producía reflujo, en otras palabras, era intolerante a dicho producto. En medio de la angustia que representa una mala nutrición, a esta mujer se le prendió el bombillo con su esposo Daniel. “Me acordé que teníamos un par de cabras en el corral. Así que le dije que las ordeñara, y después pasteurizara la leche. Se la empezamos a dar y no tuvo problemas en asimilarla”.
De esa circunstancia anecdótica, nació la idea de fundar Lácteos Alejandría y cuyo objetivo consiste en transformar la leche de cabra en alimentos funcionales que son aquellos cuyos componentes más importantes ejercen una acción beneficiosa para la salud. “Mi esposo es juez internacional de caprinos y ovinos, entonces decidimos comprar embriones para inseminar y varias hembras de razas sanen y nubiano y creamos nuestro propio hato que tiene en la actualidad veinticinco animales de los cuales producimos leche para hacer yogurth griego y normal, queso y avena que distribuimos por toda la región”.
Y es que ella es una convencida de las propiedades que tiene el consumo de leche de cabra y sus derivados. “Este producto tiene una ventaja ya que las moléculas son más pequeñas en comparación con las de vaca y eso ayuda mucho a la digestión y a reforzar el sistema inmunológico. Con mi producto he ayudado a bastantes personas para la cual el consumo de leche de vaca es un imposible, pues les genera diarrea y otros problemas digestivos”.
Su hato es de ciclo completo y lo dice con orgullo. “Nosotros acá hacemos: la inseminación, la monta directa, el ordeño, la transformación y comercialización. Nada viene de afuera”.
Si bien el proceso es artesanal, ahora están tras la certificación de buenas prácticas lecheras. “Estamos haciendo todo lo posible para que eso sea una realidad, ya que nuestro anhelo es que este sea el primer paso para que a futuro podamos también sacar el registro Invima”.
“Estamos metidos en todo junto a nuestros empleados. A veces limpiamos corrales, ordeñamos y sacamos las cabras, aunque no deja de pasarle a uno cosas curiosas con este tipo de animales tan inquietos. Una vez que estaba buscando unas que no aparecían por ningún lado. Cuando menos pensé, estaban en el techo de la casa. Se habían subido a través de un árbol, pero nada de eso importa cuando las cosas son propias, porque uno las hace con amor”.
Pero ahí no termina esta historia de emprendimiento que gracias a la formación impartida por UCundinamarca en donde se les enseña a los estudiantes a diversificar su portafolio, ahora tienen abierta otra línea de trabajo. “También tenemos un hato de doscientas ovejas y vendemos genética, semen y embriones. Hace poco estuvimos participando en una feria de Bucaramanga, y nuestros animales quedaron campeones”.
Con la universidad, está, como ella lo dice: “eternamente agradecida, pues los conocimientos que adquirí me sirvieron para emprender. En pocas palabras: me enseñó a luchar por mis sueños”, concluye.
Para más información sobre este emprendimiento da clic acá