UCundinamarca Radio
Conectando a pueblos y veredas
Alexander Riveros, graduado de Ingeniería Electrónica y director de infraestructura tecnológica de la Gobernación de Cundinamarca, lleva internet a los municipios alejados.
Por Juan Carlos Monzón - Periodista Oficina Asesora de Comunicaciones
Su vida como la de la mayoría de colombianos estuvo marcada por la muerte trágica de su padre en 1998 en una época en que la región del Sumapaz fue el teatro de operaciones militares de todos los actores del conflicto. No obstante, no se quedó mascando en su cerebro quien lo hizo, sino que decidió continuar con su vida a pesar del duelo que aún hoy lo acompaña. “Fue algo duro en nuestras vidas ya que unos nos decían que fue la guerrilla y otros que los paramilitares. Lo cierto es que un día entraron a la finca en las afueras de Fusagasugá, lo llamaron por su nombre y le dieron tres disparos. Él era presidente de la junta de acción comunal, y como tal, se preocupaba por liderar la pavimentación de las vías o el mejoramiento del puesto de salud para mejorar las condiciones de vida de su gente”.
Fue ese el ejemplo que siempre les dio a sus hijos de ayudar a los demás lo que lo tiene hoy recorriendo los pueblos y veredas de Cundinamarca llevando el servicio de internet gratuito en zonas que quedaron ancladas en el pasado para reducir lo que los expertos llaman la brecha digital, la cual según el DANE es del 80% en el área rural en Colombia. “Yo vengo de una familia de campesinos y cuando me tocó estudiar en una escuelita de la vereda Bochica, recuerdo que el profesor explicaba la vía láctea y le tocaba a uno imaginársela. En cambio, ahora con este proyecto, llevamos el servicio a colegios, alcaldías, bomberos, parques, entre otros y los chicos pueden verla en un documental por youtube o usar una herramienta interactiva para aprender ese concepto”.
Y es que la responsabilidad que tiene bajo sus hombros no es cualquier cosa. “Estamos terminando una primera fase que abarca 38 municipios que estaban por fuera de la autopista digital como por ejemplo Paratebueno, Nilo, Ricaurte por decir algunos”.
Por eso semana tras semana, se pone sus botas de caucho, su jean y su camisa blanca institucional, se sube a un carro de la Gobernación y va por esos recónditos caminos sin asfaltar del departamento a supervisar personalmente el trabajo que hacen sus hombres al extender decenas de metros de cable de fibra óptica o arreglar una antena en un cerro porque le cayó un rayo y dejó a la gente sin este servicio. “La otra vez estuve en una vereda llamada Ibama. Por allá solo llega agua y barro. Es puro monte. Esa zona fue muy azotada por la guerrilla y los paramilitares. Entonces les instalamos el servicio en la escuelita y la gente estaba muy agradecida. No lo podían creer. Nos invitaron a sancocho en la inauguración”
Y si, las anécdotas se cuentan por decenas como cuando un anciano de una vereda remota de Medina, pudo comunicarse con una hermana en Cali. Alexander nos lo narra con la emoción de quien sabe desde niño cómo es la vida en esa Colombia profunda que siempre está divorciada de la ciudad. “Fue conmovedor porque ese señor tuvo que caminar muchas horas, antes de llegar donde estábamos para hacer videollamada y verla tras muchos años sin contacto. Esa es la democratización de este servicio”.
Y cuando pasa del territorio al escritorio en su oficina de la gobernación, el trabajo es igual de intenso según nos comenta con cierto desparpajo ya que por allí desfilan alcaldes y rectores que buscan “que les brinde el servicio o se les repare porque se quedaron sin señal”.
A lo anterior, se suma que tiene bajo su mando “un batallón” entre personal de planta y contratistas de noventa trabajadores. “La dirección que yo dirijo se encarga también del cliente interno de la gobernación. Desde acá manejamos la mesa de ayuda para ellos, los licenciamientos, los computadores de la gobernación, el data center y la seguridad de la información”.
De su universidad, que lo formó como una persona transhumana, para la vida, los valores democráticos, la civilidad y la libertad solo tiene palabras de agradecimiento. “Allí fui muy feliz. Aprendí mucho, y me dio las bases de lo que ha sido mi desempeño profesional. La verdad siempre sentí a la institución como una extensión de la sala mi casa”.
Finalmente nos despedimos de este hombre blanco, de ojos claros y medio mono, no sin antes soltarnos una frase llena de sabiduría para los estudiantes de la universidad. “Antes de irme quiero decirles que sean ambiciosos en cuanto al conocimiento y que le pongan mucho cuidado a todas las materias, incluidas las que se llaman costuras, porque después en la vida profesional se dan cuenta en alguna situación laboral que las necesitan. No olviden eso”.