
El Abra, cuna de los colombianos y cundinamarqueses
Visitar este patrimonio arqueológico propone una reflexión histórica sobre la translocalidad y la transhumanidad del MEDIT.
Por Pablo Arciniegas - Oficina Asesora de Comunicaciones
Cuando se piensa en los primeros habitantes de Colombia, es fácil remitirse a las pinturas de la serranía La Lindosa y Chiribiquete en el departamento de Guaviare, donde se han encontrado pinturas rupestres que datan de hace 12.000 y 9.000 años, y que la prensa internacional ha bautizado como la ‘Capilla sixtina’ prehispánica.
Sin embargo, en nuestro departamento existe un tesoro arqueológico del mismo peso. Se trata de las formaciones rocosas ubicadas en El Abra, cerca a Zipaquirá y a 50 kilómetros de Bogotá, donde también se encuentran pinturas y vestigios de asentamientos humanos que datan de hace 11.000 años, que han sido estudiados por científicos como Thomas Van der Hammen.
Para toda la comunidad académica de la Universidad de Cundinamarca, estas vacaciones son una oportunidad muy importante de visitar el Abra, primero porque, a pesar de ser una zona arqueológicamente protegida por el Estado, no falta las actividades extractivistas y de construcción que amenazan esta joya del patrimonio histórico colombiano (como hoy ocurre con varios petroglifos en Soacha), y segundo porque la mirada hacía el pasado es fundamental para construir un proyecto del futuro, tal como propone nuestro MEDIT.
Es más, si nos remitimos a este modelo que ha liderado la construcción de la Universidad de Cundinamarca como una Institución transmoderna, la exploración (o visita, desde una óptica turística) de El Abra, expande la visión de cualquier estudiante, docente o administrativo sobre lo que es el ser humano y el ser colombiano ahora y lo que puede ser mañana. El ser transhumano, que propone el MEDIT, nuevamente.
Mejor dicho, considerar el pasado como una evidencia de que los primeros pobladores de lo que hoy es Colombia vienen de una migración más grande que tiene sus orígenes en las sabanas de Mongolia y previamente las sábanas de África meridional, como ha señalado Carl Henrik Langebaek, hace reflexionar que hace más de 14.000 años la especie Homo sapiens ya estaba conectada, solo que no con la misma inmediatez que hoy provee el fenómeno de la globalización y la cultura masificada,
Algo importante que se debe resaltar de este elemento (de una genética globalizada) es que si bien, hoy la población de Colombia es en su mayoría producto de un mestizaje violento, que se dio durante la época de la Conquista y las Colonias, hace más de 500 años, en los genes de los colombianos perduran los rasgos de los primeros pobladores de este continente. Y vale la pena comunicar todo esto, porque cuando se visita El Abra, y sus pictogramas, no se observa un pasado ajeno, sino que se observa un pasado que cohesiona a los colombianos.
En ese sentido, desde la Oficina Asesora de Comunicaciones de la Universidad de Cundinamarca, alentamos a que los udecinos continúen su formación humanística, visitando este patrimonio, que así como otros símbolos que la Universidad ha destacado en su bandera y escudo, reivindican el valor y la sabiduría de los ancestros que vivieron en el territorio colombiano, y que poco a poco, se fueron convirtiendo en los pueblo indígenas chibchas, arawaks y caribes, que contra todo pronóstico, hoy se han mantenido.
En todo caso, no es nada complicado visitar El Abra, sobre todo, para los estudiantes de la extensión Zipaquirá. Solo se recomienda no realizar actividades deportivas en las formaciones donde fueron tallados los pictogramas, y hacerlo de día para evitar extraviarse o afectar este patrimonio. Igualmente se recomienda visitar páginas como www.edenescolombia.com para más información de las visitas guiadas al sitio, y alentar al turismo local de Zipaquirá y las veredas cercanas que comparten esta joya arqueológica.