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Beneficios de la pandemia en la Educación Superior
Asociación Colombiana de Universidades ASCUN, presentó los cinco cambios positivos en la educación superior que trajo la pandemia.
Pese a los fuertes impactos que trajo la pandemia para el sector, que aún no cesan, la capacidad de reacción del mismo produjo beneficios permanentes para el sistema.
Así lo presenta la Asociación Colombiana de Universidades ASCUN que, en su último número de la Revista Pensamiento Universitario, presenta “El panorama de la Universidad colombiana (post)-Covid”.
Para la Asociación, la pandemia obligó a acelerar muchos de los cambios de la Universidad, y aún con las dificultades que se han dado, y continúan en muchos casos, relacionadas con matrícula, financiamiento e impactos en las plantas de personal, entre otras, la pandemia trajo ganancias inesperadas, que llegaron para quedarse.
El Observatorio reproduce apartes del artículo, cuyo texto completo se puede leer haciendo clic aquí: https://ascun.org.co/pdfviewer/revista-pensamiento-universitario-no-33/
Ganancias inesperadas con la pandemia
Se dice que “no hay mal que por bien no venga” para referir beneficios o resultados positivos inesperados de una situación complicada o catastrófica. En medio de problemas, incomprensiones, y hasta rechazo, de muchos académicos para adaptar sus clases presenciales a la virtualidad; del retiro de estudiantes de las IES (por dificultades económicas, familiares o de conectividad), del fallecimiento de directivos y docentes a causa del Covid 19; de la reducción en ingresos operacionales del sector en los años 2020 y 2021; y de altas inversiones, no planeadas por las IES, pero obligadas (por el necesario apoyo en equipos y conectividad de sus integrantes, así como en protocolos de bioseguridad y en adecuaciones de planta física para proyectar el regreso a clases, entre otras), el Covid potenció una nueva realidad que, de canalizarse debidamente, puede llevar a una educación superior que responda a muchas de las inquietudes y expectativas que se vienen dando sobre ésta.
Se pueden enumerar cinco grandes cambios positivos de la pandemia en el sector:
1. El uso de las tecnologías al servicio de la producción, transmisión, evaluación y retroalimentación académicas, así como de la virtualidad como mediación de gran valor para la enseñanza–aprendizaje. Hasta antes de la pandemia gran parte del sector de oferta presencial de programas ignoraba o hasta subestimaba la formación virtual por considerarla, entonces, barata y de mala calidad. La pandemia llevó a todos los docentes -inclusive los de programas que se pensaba que imposible virtualizar-, a migrar a herramientas tecnológicas, con lo que redescubrieron su valor y oportunidades pedagógicas. Incluso, reconociendo que dicha pedagogía virtual es igual, o más, compleja que la presencial. Así mismo, los directivos hallaron en ésta una valiosa herramienta para la productividad y el seguimiento de tareas.
En Colombia aún existen algunas opiniones encontradas de rectores de universidades que defienden o critican la virtualidad como opción para brindar o no la debida formación. La experiencia ha demostrado que, a diferencia de las IES con oferta presencial, aquellas con mayoritaria oferta virtual aumentaron su demanda durante la pandemia, y que después de haber experimentado el cambio en las formas, para muchos docentes y estudiantes del sistema “tradicional” presencial, retornar a modelos ciento por ciento presenciales podrá ser considerado un retroceso.
El propio Ministerio de Educación Nacional abrió las puertas a un modelo más flexible cuando permitió a los programas presenciales utilizar tecnología virtual para continuar sus actividades, a raíz de la pandemia, y desde entonces el comportamiento de registro de nuevos programas en el Sistema Nacional de Información de la Educación Superior, claramente muestra un aumento considerable en la creación de programas virtuales, a distancia y duales. La ahora identificada como formación híbrida (mezcla de estas diversas modalidades) llegó para quedarse.
Tras la necesidad de interactuar virtualmente, el país ha avanzado para mejorar su infraestructura de conectividad. Si bien la pandemia develó atrasos en un buen número de regiones y en millones de colombianos (e incluso despertó un debate -no atendido- sobre si el acceso al Internet debe ser un derecho más que un servicio),
esta es una situación que será superada más rápido de lo imaginado. La tecnología y su uso, más temprano que tarde, dejará de ser una excusa para defender beneficios diferenciales y ventajosos tanto de la metodología presencial como la virtual.
2. La superación de fronteras – barreras tradicionales de interacción global. Gracias a la virtualidad, las IES y sus académicos hallaron comunidades en otros países, con intereses y problemáticas similares. Gracias a la necesidad de interactuar a través de plataformas virtuales (Youtube, Zoom, Meet, Skype…) esto se hizo más fácil, se abarataron los costos de acceso a eventos, talleres y conferencias especializadas, y las redes sociales cobraron importancia por su servicio a la academia. Así, la internacionalización, no presencial, cobró protagonismo y se democratizó para muchos estudiantes y docentes para quienes, de otra forma, no hubieran podido interactuar con colegas de otras fronteras.
3. La confirmación del previsto y esperado cambio en el rol de los docentes. De dictadores de contenido a orientadores en el proceso de aprendizaje. Cuando la mayoría del contenido está en Google y en las bases de datos, así como en las memorias de sesiones de clase y redes sociales, el rol del profesor tiene que ser otro. El estudiante de hoy difícilmente resistirá docentes que no respondan a las nuevas dinámicas de la búsqueda, curación de contenidos, uso de herramientas virtuales de mejora del estudio, de investigación y de productividad académica.
4. El convencimiento y urgente llamado a la flexibilidad y cambio en los modelos organizacionales, curriculares y de oferta de programas académicos. La velocidad del conocimiento, de la competencia, del internet y la tecnología y su impacto en los tiempos de estudio, aprendizaje e interacción docente – estudiante, en la aparición de nuevas, diversas y creativas ofertas de programas no formales, de titulaciones, de correspondencia de los planes de estudio con las expectativas del mercado laboral, y del replanteamiento de tiempos, actores, lugares y resultados gracias a virtualidad, han mostrado a la mayoría del sector la urgencia de que las IES tengan una mayor y mejor expresión de su autonomía para modificar planes de estudios, títulos, duraciones, convenios, lugares de oferta y enfoques, entre otros aspectos.
5. La Universidad como una organización resiliente. Aun cuando a ésta como institución social e histórica se le ha criticado e, incluso, llamado retardataria en los cambios y más conservadora que liberal en sus formas, la Universidad como organización humana ha demostrado una fuerte capacidad de superación frente a
dificultades, como las actuales. Si bien su actividad característica de brindar contenidos de ciertas maneras, profesores, horarios y sitios se afectó, ésta ha confirmado que su esencia está en el saber y en la enseñanza–aprendizaje y no en las maneras. Más allá de los ajustes, incompletos, criticados y perfectibles, y del cambio en modalidades, percepciones y estilos pedagógicos, instrumentales y de programación, a los que la pandemia obligó, las IES han demostrado que el conocimiento y la educación se confirman, en momentos críticos como el actual, como herramientas poderosas para la superación y convivencia humana.Valorar más la vida ante la posibilidad de morir sorpresivamente por un virus, ha hecho que muchos estudiantes, docentes, y hasta directivos, se cuestionen la conveniencia de volver a actuar como antes.